Préstame tu ojo

Préstame tu ojo

En la mitología griega se hace mención a las Greas, tres seres que nacieron viejas y horrendas. Hijas del  dios marino del mar profundo llamado Forcis  y de la diosa de los monstruos marinos llamada Ceto. Sus padres se apiadaron de lo terrible de su creación y les otorgaron un ojo y un diente que las tres compartían, usándolos por turnos.

Si solo vemos con un ojo, ¿seremos tan soberbios como para juzgar?

Si  ves con el ojo derecho en forma adecuada, y yo cuento con mi ojo izquierdo. ¿No sería bueno que nos uniéramos en lugar de criticarnos?

Creemos en cosas que otros han dicho o que se han erigido como verdades a fuerza de repetirlas.

La Teoría del Espejo atribuible al psicoanalista Jacques Lacan, se basa en el análisis de la formación del yo durante la fase de desarrollo psicológico del niño entre los seis y dieciocho meses. Durante ese período el niño es capaz de identificar su propia imagen en el espejo y al reconocerse siente un gran júbilo. Es decir, le gusta la imagen que el espejo proyecta.

Actualmente, muchas teorías, pseudo ciencias, terapias y un largo etcétera están basadas en la máxima de que lo que no te gusta del otro, tiene que ver con lo que no te gusta de ti mismo, y por tanto, ese otro, te hace de espejo. Lo mismo, cuando se afirma que la  Ley de la Atracción funciona. Esta es una creencia de que, al enfocarnos en un tipo de pensamientos (ya sean positivos o negativos), una persona atrae a su vida experiencias o cosas tanto positivas, como negativas. Y van más allá algunos, que dicen que el universo te devuelve lo que eres. Casi como si el universo funcionara de manera equilibrada y armónica, cuando basta observar el comportamiento de las galaxias y planetas, para saber que la ley que rige el universo es el caos.

Por tanto, adherirnos a principios y teorías que en algún momento se hicieron públicas y famosas no siempre aporta lo que nos es necesario. Viene muy bien un baño de realidad y de humildad para re descubrirnos como seres cambiantes e inarmónicos, muy parecidos al universo que habitamos, donde la estabilidad solo puede ser pasajera y/o ficticia.

Para ti que escogiste la labor de ayudar al prójimo, usar algunas de estas teorías como herramientas, puede convertirse en el arma que le pondrá fin a tu paciente o que lo sumerja en un oscuro abismo. Tu paciente está sufriendo y por ello acude a tu puerta. Si le cargamos la tinta con que resulta que ahora que su vida es un caos, también es “su culpa”… lo estancaremos por algún período de tiempo. Me asusta la liviandad con que se trata este tipo de casos.

Es importante que nosotros, los facilitadores de diferentes disciplinas, nos dediquemos a observar y a acompañar. No me refiero a no tener un plan o unos conocimientos que nos sirvan de apoyo, sino a mirar en lo posible con los dos ojos. Y como decía al principio de este texto, es posible que nos funcione y como mucho, uno de nuestros ojos. Por ello, la mirada del otro, siempre importa y aporta.

Este tipo de acciones, las he visto en el tratamiento de las diferentes víctimas. El paciente necesita ayuda. Brindemos esa ayuda con todo amor, observemos sus cualidades y fortalezas, y desde allí elaboremos la estrategia del “darse cuenta”. De lo contrario, solo cumpliremos con un ejercicio de ejercer una autoridad que nadie nos ha concedido, cuando juzgamos, criticamos y culpamos a la persona que vino a pedir una mano. Mirar con un solo ojo, es como negar que hay otra realidad, basado en que no la veo. Esto no solo es infantil, sino peligroso y mucho más cuando dedicas tu vida al auxilio de otras personas.

Nos encontramos en una próxima.