Rita se decepcionaba una y otra vez de aquellos príncipes azules.

Nada hacía sospechar que Rita tuviera obstáculos para ello, pero, Rita continuaba sola. No faltaban oportunidades, solo que, no eran las adecuadas. Rita se quejaba una y otra vez, de que los varones que llegaban a su vida la trataban como si ella no fuera una persona completa. Como si tuvieran que decidir por ella. A veces, hasta se comportaban groseramente, indicándole lo que debía hacer.
Muchas veces, a su experiencia se le sumaba la desvalorización, con que el varón de turno se refería al género femenino. Rita se decepcionaba una y otra vez, de aquellos príncipes azules, que nada se acercaban a lo que ella deseaba.
Primero, Rita creía que ellos,adivinarían sus deseos. Y al comprender que no era así, intentó trasmitirles lo que una mujer necesita, como desea ser tratada, que tipo de mensajes quiere recibir, como desea ser invitada, etc. etc. Y volvió a decepcionarse.
Un día, apareció Horacio, la invitó a un café y ella pensó que nada perdía con aceptarlo. Se reunieron en una linda confitería, ella desplegó todo su encanto y él toda su inteligencia.En la conversación, que no era del agrado de Rita, ella fingió estar de acuerdo y pasar por alto algunos conceptos en los que no deseaba ahondar. Ella consultó su reloj y él dio por terminado el encuentro.
Rita pensó que era uno más de tantos, por ello, le extrañó y mucho , recibir otra llamada de Horacio, apenas pasados tres días. La invitaba nuevamente, esta vez a cenar.
Rita dio algunas excusas, pero terminó aceptando.
El día pactado, poco se arregló para el encuentro. Sin embargo Horacio,se había esmerado, ella inmediatamente de verlo,se sintió en falta e intentó una disculpa.
